Seguro que alguna vez te has parado frente a una fruta con cierto parecido a un mango gigante, sin decidirte a probarla. La próxima vez que veas una papaya, atrévete a comprarla. Eso sí, no sin antes comprobar que está en su punto, es decir, con la piel exterior más amarilla que verde y tal vez con alguna mancha marronosa.
Una vez en casa, métela en la nevera, porque fría es más sabrosa. Cuando vayas a comerla, córtala por la mitad, quítale las semillas con una cucharilla y, antes de llevártela a la boca, pásale un agua, porque las bolitas negras de su interior pueden dejarle un regusto amargo. Menos dulce que el mango, está aún mejor si se rocía con un chorrito de lima o limón.
Ni un gramo de colesterol
Se trata de uno de los considerados súper alimentos por sus propiedades nutricionales y su aportación de minerales y sustancias beneficiosas para la salud. De entrada, es perfecta para dietas adelgazantes. Cien gramos de papaya no aportan más de 39 calorías, sólo 0,3 gramos de grasa y nada de colesterol. El 88% de su volumen es agua y el resto, fibra, con lo que el tránsito intestinal está asegurado y se evita el estreñimiento.
Uno de sus principales componentes, y que sólo se encuentra en ella, es la papaína, una enzima que ayuda a digerir mejor las proteínas y actúa sobre el sistema digestivo. Es cicatrizante y antiinflamatoria, y muy adecuada para quienes tienen úlceras o colon irritable.
La papaína es una enzima con propiedades digestivas. Además es cicatrizante y antiinflamatoria
Desde el punto de vista nutricional, es rica en vitaminas A, B y C, en antioxidantes y en minerales, como el potasio, que favorece la salud de la musculatura. Otro de sus componentes es el betacaroteno, en mayor medida que la zanahoria, así que favorece y mantiene el bronceado y evita las manchas y quemaduras. Actúa contra los eccemas y el acné.
Preventiva contra del dengue y la malaria
Se usa mucho en cosmética para la piel y el cabello porque es hidratante, regenerativa y exfoliante. De la papaya se aprovecha prácticamente todo. En algunos países, las semillas, una vez secas y machacadas, se emplean como especias. Las hojas del arbusto se consumen en algunos países como infusión para tratar la malaria. Otros usos medicinales son contra el dengue, por sus propiedades antivirales.
Deben tener cuidado con ella los alérgicos al látex
Entre sus peros, es que puede resultar alérgica para quienes reaccionan al látex, porque su piel lo contiene en abundancia. Es rica en estrógenos, nada convenientes para mujeres que quieren quedarse embarazadas. Por el contrario, aumenta la fertilidad en los hombres.
La piel, que no es comestible, contiene látex y se utiliza para ablandar la carne y también para macerar fibras en la industria textil y en el curtido de pieles.
Remedio usado por Colón contra las indigestiones
Cuenta la leyenda que el primer europeo que conoció esta fruta fue Hernán Cortés en sus primeros contactos con los aztecas. Al parecer, los nativos le tomaron por un dios y le ofrecieron un suculento banquete que finalizaba con papaya. Otra historia se le achaca algo parecido a Cristóbal Colón, que la denominó “fruta de los ángeles” y que la tomaba para evitar problemas estomacales.
No les faltaba razón, ya que los nativos la ofrecían al finalizar las comidas para facilitar la digestión, que es una de las propiedades de la papaya. El nombre proviene de la forma que tenían los conquistadores de pronunciar el nombre original, chichihualtzapotl, que a ellos les sonaba a algo así como “ababai”.