La naturaleza parece tentarnos con las fresas, de un aroma, un color y un sabor irresistibles. Es por nuestro bien: esta fruta, muy ligera, aporta valiosos nutrientes y ayuda a depurar y a tonificar el organismo.
Las fresas, que alegran la vista y el paladar, son el fruto del fresal, una planta de la familia de las rosáceas. Su nombre botánico, Fragaria vesca, deriva del latín fragans, que significa «olorosa» y apunta así a una de sus características: la fragancia que puede percibirse incluso a distancia.
Aunque la fresa silvestre se conoce desde la época prehistórica y era consumida por griegos y romanos, no se empezó a cultivar hasta el siglo XIII, en Europa.
Las fresas y los fresones de España gozan de merecida fama. Las principales zonas de cultivo se encuentran en Huelva y en el Maresme barcelonés, aunque también Extremadura y Valencia son grandes productores.
Actualmente pueden encontrarse fresas todo el año gracias a los cultivos en invernadero, pero siempre son preferibles las de temporada, criadas de la forma más natural posible.
Al comerse sin pelar, es recomendable, además, elegir fresas de cultivo ecológico para evitar la presencia de plaguicidas.
Propiedades de la fresa
La fresa posee una notable riqueza mineral, especialmente dehierro –es la fruta más rica en él, junto a la frambuesa y la grosella– y magnesio.
En 200 g de fresas hay un 17% de hierro y un 9% de magnesio. También aporta potasio, calcio, fósforo, manganeso, cobre y silicio, por lo que es un alimento muy indicado en curas de remineralización y en el tratamiento de déficits nutricionales.
Esta fruta resulta asimismo una excelente fuente de vitaminas C, K y ácido fólico. Concretamente 200 g cubren más del 200% de las necesidades diarias de vitamina C, una tercera parte de la vitamina K, la sexta parte del ácido fólico y cantidades notables de vitaminas del grupo B. ¡Con solo 66 calorías!
Beneficios de la fresa
Se cree que el mallorquín Ramón Llull fue uno de los primeros en recomendarla en diversas afecciones, en especial en la anemia, y también para devolver lozanía a la piel femenina.
Las destacadas cantidades de vitaminas y minerales de la fresa la hacen especialmente indicada para cuidar la salud en todas las edades, pero especialmente en estos casos:
- Gota, reumatismo y artritis. Gracias a sus propiedades alcalinizantes y a su riqueza en calcio y potasio, la fresa facilita la eliminación de ácido úrico. Además, la presencia de ácido salicílico, el mismo componente de las aspirinas pero natural, que tiene una acción antiinflamatoria, ayuda a mejorar estas afecciones.
- Personas que deban seguir dietas de energía controlada. El aporte energético de la fresa es mínimo y su contenido en fibra crea sensación de saciedad.
- Embarazadas y niños. La fresa es una fruta con pocos azúcares y una alta dosis de ácido fólico, hierro y un efecto ligeramente laxante gracias a su fibra. Además es aperitiva, lo cual es muy interesante para niños desganados.
- Hipertensión o problemas cardiovasculares. Por su contenido en potasio, aumenta la diuresis (la formación de orina) lo que contribuye a reducir la tensión arterial y a eliminar el ácido úrico.
- Diabetes. Se considera apta para diabéticos porque su azúcar es levulosa (fructosa).
- Anemias y déficit de hierro. El notable contenido en hierro de la fresa se ve reforzado por la elevada dosis de vitamina C, que posibilita una absorción más efectiva de este mineral.
- Litiasis biliar (piedras en la vesícula) y alteraciones hepáticas.
- Prevención del cáncer. Gracias a la presencia de silicio y de diferentes antioxidantes.
Sin embargo, la fresa se desaconseja…
- A personas con un intestino delicado (colitis, colon irritable…), puesto que tienen cierto poder irritante.
- A personas con litiasis renal (piedras en el riñón) por oxalatos, pues la fresa contiene estas sustancias en pequeñas dosis.
- En caso de alergia. Hay que tener en cuenta que las fresas, debido a su contenido en ácido salicílico, produce en algunas personas reacciones alérgicas que normalmente no van más allá de la hinchazón de labios o de la simple urticaria. Se trata de las mismas personas que tienen alergia a la aspirina.
La fresa en la cocina
La fresa es la primera de las bayas que llega a los mercados al despuntar la primavera. Roja, firme y crujiente es deliciosa y se integra en una gran variedad de recetas. Además, aporta buenas dosis de vitaminas y minerales, como veíamos en su composición nutricional y resulta depurativa.
La variedad predominante en el mercado español es la Reina de los Valles, de frutos diminutos de color rojo blanquecino a rojo brillante y con una suculenta pulpa dulce y aromática.
En la provincia de Huelva, la variedad Camarosa, de origen californiano, ha desplazado a las europeas, y ocupa un 98% de la superficie cultivada. Resulta más productiva, precoz y de mayor calidad, y se adapta bien a las condiciones agroclimáticas onubenses. Su fruto es grande, firme y de color brillante.
La Pájaro es posiblemente la variedad con mejor sabor de todas las comercializadas. De forma cónica y firme, su pulpa es consistente y su color, rojo, uniforme y brillante.
Los fresones de verano son los Selva. Suelen aparecer en el mercado a mediados de julio y duran hasta finales de septiembre. Con todo, las pequeñas y aromáticas fresas silvestres son sin duda las mejores.
Cómo consumirla
La mejor forma de consumirla es tomarla al natural como postre de mesa o en ensaladas. Al ser una fruta de temporada y muy perecedera, se presta muy bien a la elaboración de conservas como las confituras o mermeladas.
Para conservarlas bien se deben guardar en el frigorífico, y a ser posible en un recipiente cerrado, pues así se evita que impregnen con su aroma a otros alimentos.
Las fresas, por lo general, no admiten bien la congelación, pues al descongelarse pierden gran parte de su estructura y aroma y se deterioran rápidamente.
Como es una fruta que no se pela conviene lavarla bien para eliminar sustancias químicas nocivas. Las que no proceden del cultivo ecológico suelen ser de las frutas más tratadas.